domingo, 7 de octubre de 2012

EL PROCESO EDUCATIVO Y SUS CONSECUENCIAS EN LA CONSCIENCIA DEL INDIVIDUO





Durante todo el proceso educativo de una persona, es decir, desde su educación infantil, hasta la más avanzada educación universitaria o posuniversitaria se despiertan en los individuos ciertas sensaciones, experiencias… entre las que podemos encontrar tres clasificaciones, buenas experiencias, malas experiencias y lo que solemos o pretendemos cambiar una vez interiorizadas esas experiencias.
Empezare por las buenas experiencias o percepciones que se extraen de la educación, del proceso de instruirnos. Entre otras muchas cosas y sobre todo dejando espacio a la personalización de dicho tema de discusión, yo destacaría la sensación de superación cuando avanzamos en ese sistema de una forma correcta, es decir cuando aprobamos, junto con la idea de adquirir nuevos valores de nuestro aprendizaje, debido a la exposición a múltiples y variados ejemplos a seguir, tanto profesores, como tutores, o compañeros.
Del mismo modo que la ampliación de las relaciones sociales debido a la larga jornada educativa, que nos obliga a pasar gran parte de nuestro día a día en nuestro centro de enseñanza. Conociendo así mucha gente, de todos los tipos y en todos los sentidos y ampliando aquí nuestras relaciones.
Y finalmente en este campo de las buenas experiencias quiero recalcar también la sensación de independencia que nos deja el hecho de pensar que estudiando tenemos más claves para ser independientes en un mundo en el que prácticamente nos controlan en casi todo nuestro comportamiento.
En cuanto a malas experiencias, y teniendo en cuenta la negatividad innata del ser humano y la facilidad con la que la hacemos latente,  encontramos muchas más sensaciones en este campo. ¡Nos encanta quejarnos!. Entre las más importantes podemos destacar las desavenencias con algunos de los profesores o docentes que aparecen en nuestro proceso educativo sus actitudes, y reflexiones sobre su comportamiento.
En el ámbito de los estudiantes suele aparecer con mucha frecuencia el desagrado hacia las pruebas escritas u orales de tal forma que sean relevantes para la superación de la asignatura, es decir, los exámenes. Suelen dejar malas sensaciones en los estudiantes debido a que suponen una presión y un esfuerzo tanto arbitrario en algunos casos, como azarosos en otros y relativo al estado anímico del estudiante también en algunas ocasiones.
Finalmente en el ámbito de las experiencias negativas aparecen también temas como el horario, estricto y temprano, con grandes madrugones. La ausencia de descansos en según qué asignaturas y cursos académicos, y la famosa manía que cogen los profesores a los comunes alumnos traviesos.
Por último la última clasificación sería la de nuestras pretensiones de cara a la superación de todas las malas sensaciones y el aumento de las buenas. Esto suele tener poco de lo que hablar, ya que es un proceso educativo cerrado, de tal forma que en poco pueden influir los alumnos al cambio del funcionamiento del mismo.
De todos modos debatiendo dichas cuestiones en clase, aparecen peticiones ya nombradas anteriormente, sobre todo en el ámbito de lo negativo. Como pueden ser la desaparición de las pruebas escritas u orales a modo de examen, el aumento de los descansos o la disminución de las horas lectivas, la flexibilidad en la puntualidad para la entrada en el aula e incluso la idea de tener profesores a los que les guste su profesión, y amenicen las clases debido a su actitud agradable con el alumnado.
Concluyendo quiero recalcar la idea de que el proceso educativo o sistema educativo al que nos enfrentamos durante prácticamente toda nuestra vida, se trata de un proceso complejo, largo y mayoritariamente cerrado a modificaciones internas. Exceptuando la flexibilidad en algún momento de dicho proceso que deja margen a la dirección de la enseñanza por parte del alumnado junto con el profesorado.

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